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Viviendo agradecidos

viernes, 29 de noviembre de 2013

Era uno de esos días en los que permanezco en casa. Al dar una mirada alrededor vi que habían cosas por hacer, decidí darle una sorpresa a mamá poniendo todo en orden antes de que llegara. Eso hice.
Cuando ella llegó no se percató sino hasta la noche, cuando le conté lo que había hecho. Me agradeció, no sin a la vez recordarme que casi todos los días ella hacía lo mismo, y que en casa ya habíamos dejado de agradecerle. En realidad yo tenía más que agradecerle que ella a mi.

Aprendí que solo podemos agradecer cuando nos hemos dado cuenta de que algo nos ha sido dado (o ha sido hecho por nosotros) y lo mantenemos presente.


Entonces, vivir agradecidos es una de las características que debería sobresalir en todos nosotros como seguidores de Jesús al vivir conscientes de lo que Él ha hecho por nosotros. De hecho, el mandato que se nos dio de estar siempre gozosos (1 Tes. 5:16) no sería difícil de cumplir si permaneciéramos enfocados en quién es Él y agradeciéndole.
Si cada día miráramos a la cruz para recordar el punto al que llegó su amor hacia nosotros, sería imposible no vivir agradecidos.

Él ha hecho más de lo que le pudiéramos devolver, y al darnos todo sin nosotros merecerlo nos muestra el modo en que nosotros debemos también vivir, dando de gracia lo que por gracia hemos recibido de Él (Mt. 10:8).


¿Qué es el Reino de Dios?

miércoles, 27 de noviembre de 2013


A continuación les comparto la primera de seis entradas, de un ensayo publicado por Greg Boyd en el 2003 llamado Vivir con una consciencia de Reino. El tema del ensayo sigue siendo actual, y su aplicación va desde lo nacional hasta lo personal. Espero que lo disfruten.
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Vivir con una consciencia de Reino : Parte I


Yo quiero iniciar preguntando, “¿Qué es el Reino de Dios?” Esto puede parecer una pregunta obvia. Todos sabemos lo que es el Reino de Dios, ¿verdad? Pero, este es precisamente el problema. Es por eso (que sostengo) que el Reino de Dios está en gran medida ausente en nuestras iglesias hoy. Y es también por eso que no se suele notar su ausencia.

Porque asumimos que el significado del Reino es obvio, estamos inclinados a definir el Reino por cualquier ideal y agenda que parezca evidentemente verdadera y correcta para nosotros. Como todos somos en gran parte un producto de nuestra cultura, lo que parece evidentemente verdadero y correcto para nosotros será por lo menos influenciado, sino determinado, por lo que parece evidentemente verdadero y correcto para nuestra cultura o para cualquier subcultura de la cual hagamos parte. Es por esto, sospecho, que la Iglesia Americana hoy cristianiza en gran parte a la cultura americana, así como a la subcultura evangélica. Cada estudio realizado sobre este asunto muestra que la Iglesia Americana refleja en gran medida la Cultura Americana. Es solo que le demos a esta cultura la autoridad divina al pegar sobre ella la etiqueta de “Reino de Dios” o “Cristiana”.

Un caso clásico de esto, puede ser visto en parte de la retórica religiosa usada por estos días acerca de la Guerra en Iraq (Nota: Este ensayo fue escrito en el 2003). En lugar de simplemente sostener que América debería estar en la guerra porque piensan que es “justo” o porque piensan “en el mayor interés para la nación”, muchos cristianos, especialmente líderes cristianos, invocan el nombre de Dios – así como los musulmanes lo hacen al pelear. Algunos líderes cristianos han sostenido recientemente que pelear esta guerra y votar por el candidato que, a su modo de ver, mejor apoya la guerra “es la actitud cristiana” si no nuestro “deber cristiano”. Después de todo, peleamos no solo por nuestra nación, sino, como dicen los americanos “Por Dios y el país”. La larga y sangrienta historia de guerra ha mostrado que es difícil motivar a la gente joven a arriesgarse a perder la vida y a asesinar a otros, a menos que puedas convencerlos de que su dios tribal quiere que lo hagan y que está de su lado. “Peleamos por dios y el país” ha sido el grito de batalla de casi todos los ejércitos a lo largo de la historia.

Debemos esperar este tipo de actividad de los reinos caídos de este mundo. Pero cuando los cristianos combinan el Reino de Dios con el tribalismo nacionalista, el resultando es catastrófico. El Mesías crucificado, en la guerra se convierte solo en otra típica deidad tribal.

En el nombre de Aquel que nos enseñó a bendecir a quienes nos persiguen, nos involucramos en ataques preventivos contra aquellos que pueden en algún momento futuro amenazarnos probablemente. En el nombre de Aquel que nos mandó a poner la otra mejilla cuando nos golpean, nos aseguramos de golpear primero su mejilla. En el nombre de Aquel que nos enseñó a amar a nuestros enemigos, los bombardeamos.  En el nombre de Aquel que fue crucificado por malhechores, crucificamos a aquellos que se oponen a nuestros intereses nacionales o a quienes puedan oponerse potencialmente algún día.

Necesitamos entender que esta fusión idólatra del Reino de Dios con el auto-interés nacionalista es la forma más común de idolatría practicada a través de la historia de la iglesia. Es la mentalidad que alimentó Las cruzadas y la Inquisición. Es por eso que la historia de la iglesia es tan sangrienta como cualquier nación bárbara. La fusión del Reino de Dios con el auto-interés nacionalista es diabólicamente tentadora precisamente porque parece “evidentemente correcta” para aquellos que hacen parte de la nación.

Piensa lo que quieras sobre la Guerra en Iraq. Tal vez pienses que encaja en los criterios de “guerra justa”, tal vez no. Yo no estoy aquí para discutir los méritos relativos de ésta o cualquier otra guerra. Pero, por el amor de Dios – literalmente- no contaminen el santo nombre del Mesías crucificado al asociarlo con los violentos sentimientos nacionalistas! La “santidad” – la separación – de Jesucristo y el Reino que él vino a establecer, es profanado cuando éste en cualquier forma remota está asociado con la demasiado típica, sangrienta, actividad del reino de este mundo.

Mi punto es que si no tenemos absolutamente claro qué es el Reino de Dios, terminamos infundiendo con cada fuerte sentimiento personal, cultural o nacionalista lo que hemos sentido y lo que parece “evidentemente” correcto para nosotros. Entonces, nos engañamos a nosotros mismos al pensar que estamos haciendo avanzar el Reino de Dios cuando, de hecho, estamos solamente haciendo avanzar nuestro auto-interés personal o nacional. Cristianizamos nuestro condicionamiento cultural y llegamos a ser culpable de una idolatría grotesca. Todo esto resulta al asumir que el Reino de Dios es evidente.

Desconociendo a Dios.

lunes, 25 de noviembre de 2013


Oseas profetizó en un periodo marcado por la idolatría y la continua desobediencia tanto del Reino del Norte como del Reino del Sur (5:5; 5:10-11). La profecía denuncia la infidelidad de Israel al irse tras dioses que prometían fertilidad y abundancia, olvidando así al Dios que prometió bendecirlos si permanecían fieles a su alianza. Además, cuando Israel/Efraín se vio en necesidad, buscó su auxilio, al igual que Judá (Isaías 30:1-7), en potencias del momento, evitando acudir al Único que podía satisfacer verdaderamente sus necesidades.



A lo largo del libro, el profeta enfatiza la falta de conocimiento de Israel, respecto a Dios y sus mandamientos. Este desconocimiento es visto como la causa de su destrucción, como se ve en 4:6. El profeta, parece no estarse refiriendo a un desconocimiento completo de quien era Dios, sino al hecho de que Israel no lo tuviera presente en su camino y al mismo tiempo a no reconocerlo como su Dios. Por las imágenes que el profeta emplea para hablar de Dios (padre, esposo), vemos que tiene en mente un conocimiento relacional, vivencial, con el Señor. En el 8:2, en medio de una sección donde se enfatiza la desobediencia de Israel, se muestra el clamor de éste diciendo: “¡Dios mío, los de Israel te conocemos! tal declaración es desmentida por su conducta, y solo puede entenderse como una ironía, pues conocer al Señor implica actuar acorde al conocimiento que se tiene de Él. Israel, no reconoce los preceptos de su Señor, los ha llegado a considerar como algo extraño (8:12), dos versos después el profeta concluye que Israel se ha olvidado de su hacedor (8:14). 

Este marcado énfasis del profeta tiene por finalidad mostrar que la corrupción de Israel se desprende de una falta de conocimiento de Dios, un conocimiento que debe estar íntimamente ligado y a su vez evidenciado en la fidelidad a Él. Nada ganarían con la práctica de rituales si su corazón estaba alejado de Dios.

“Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos” (Oseas 6:6, LBLA).

El libro de Oseas, no solo le promete castigo a Israel, como se ve en el 8:13, 9:7, 9:17, sino además restauración (11:1-11, 14:1-4). El propósito del libro tiene que ver con el llamado que Dios le hace a Israel para que se arrepienta y regrese a Él, quien no ha dejado de amarlos aun en su infidelidad. Aun el juicio es una manera como Dios busca que sus hijos se vuelvan a Él; quien los hirió, es el único que los puede sanar.


¿Ves alguna similitud entre la historia de Israel y tu propia historia?

No busques atención, busca impacto.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Este artículo fue publicado originalmente en inglés aquí.
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A todos nos gusta tener atención. Parece que todos gritamos al mismo tiempo, y parece imposible escuchar entre la conmoción.

Reconocemos el problema, pero solo aceptamos que “así son las cosas ahora”.

Sin embargo, las cosas no tienen que ser así. Esa urgencia por constante atención es un problema humano, no solo un asunto del siglo 21. ¿Cómo evitamos volvernos parte del ruido? Hay 2 cambios de mentalidad que serán de ayuda.

Amor de Dios e inseguridad humana.

sábado, 16 de noviembre de 2013


Marcos Baker

Desde Adán y Eva, el ser humano ha venido cargando con sentimientos de vergüenza y temor. Al igual que ellos, hoy seguimos usando nuestras propias “hojas de higuera” para ocultar nuestros miedos, para cubrir nuestras limitaciones e imperfecciones.

Estos sentimientos de vergüenza e inseguridad tienden a ser reforzados por las expectativas que otros tienen de nosotros, aun cuando no siempre haya una mención explícita de lo que se espera de nosotros, a menudo sentimos que no damos la talla, que no calificamos de acuerdo a las expectativas que los demás tienen.

Otra razón que tiende a reforzar nuestras inseguridades son las experiencias que hemos tenido con personas de autoridad. ¿Cómo nos hemos sentido frente a maestros? ¿Cuál es nuestra actitud frente a militares y políticos? Baker nos comenta de palabras que ha escuchado usar con frecuencia a hondureños para calificar estas autoridades en sus vidas: rígidos, estrictos, golpeadores, injustos, superiores, inaccesibles, distantes, que abusan de su poder.

Tristemente, muchas de estas características que vemos en las autoridades humanas tendemos a proyectarlas en Dios (quien se presenta como la máxima autoridad) acentuando así nuestra inseguridad.


En la iglesia se nos ha presentado a Dios como todopoderoso y como un Dios de gloria. Y es así. Sin embargo para una persona que ha sufrido abuso, el hecho de que se enfatice en el poder y la autoridad de Dios, por sobre otros atributos, muchas veces en lugar de contribuir para que las personas se acerquen a Dios confiadamente, más bien puede llevarlos a ver a Dios como distante e inaccesible, que ante cualquier equivocación castiga, como muchas de sus autoridades inmediatas.

En lugar de presentar a un Dios así, la Biblia presenta un Dios que es lento para la ira y rico en misericordia (Jonás 4:2). Aun en los relatos del Antiguo Testamento, en donde parece que Dios se mostrara como un Dios de ira y juicio, podemos ver su amor. Esta ira y enojo de Dios es precisamente una expresión de su amor, él no permanece indiferente ante los abusos e injusticias (Jeremías 5.26-29).

Ahora... en Jesús podemos conocer realmente cómo es el carácter de Dios. Vemos cómo él decidió asumir una condición vulnerable para revelarnos al Padre y liberarnos de nuestra desviada condición, al entregar su vida por nosotros, como expresión máxima de amor. Él, el Dios hecho hombre, entiende muy bien los sentimientos que nos visitan: rechazo, ira, temor, humillación; él los sintió.

Nuestras anhelos de grandeza, de gloria, (que despiertan en nosotros auto-desprecio por no dar la medida), deberían revisarse a la luz de lo que en la Biblia significó la mayor expresión de gloria jamás dada: la cruz.

Jesús nos invita a abrazar nuestra condición vulnerable y frágil, nuestra propia pequeñez; y darnos cuenta que no tenemos por qué pretender ser más de lo que somos. Todos somos hijos e hijas de Adán y Eva. Todos necesitamos ser sanados y perdonados por la cruz y el amor de Dios.

Sin duda mucho de lo compartido por Marcos en este libro, será de gran ayuda para quienes buscan abandonar la inseguridad y así poder servir a otros. El camino para lograrlo no siempre es el mismo para todos, sin embargo, vemos cuán determinante es la imagen que tengamos de Dios a la hora de abrazar y aceptar quienes somos. Dios, ama y acepta a sus hijos a pesar de sus fracasos y limitaciones, no nos pide ser más de lo que somos para podernos amar. Es precisamente a la luz de tal mirada que debemos mirarnos a nosotros.

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Libro: ¿Dios de ira o Dios de amor? : Cómo superar la inseguridad y ser libres para servir.
Autor: Marcos Baker
Editorial: Kairós.

Si quiere conocer más sobre el libro y el autor: Entrevista a Marcos Baker.

¿Deberíamos disculparnos por la Iglesia?

miércoles, 13 de noviembre de 2013


¿Cómo reacciona la gente cuando les dices (o se dan cuenta) de que eres cristiano? Las respuestas no son siempre buenas, pareciera que la imagen del cristianismo ha sido manchada por cierto tipo de “cristianos” que la desacreditan con sus actos. Pero, ¿cómo reaccionas tú frente a esas respuestas? 
Con el siguiente artículo te invito a reflexionar al respecto. Fue publicado originalmente aquí y ha sido adaptado.



Me pongo nervioso cada vez que alguien me pregunta a qué me dedico. Odio esa pregunta porque decirle a un extraño que soy un pastor invita a todo tipo de respuestas. Y, a veces, esas respuestas pueden ser negativas 

He aprendido que las respuestas negativas que recibo por mi línea de trabajo no tienen nada que ver con quién soy yo, porque la mayor parte de esa gente no me conoce. Solo responden a los cristianos en general. 

En esos momentos me veo tentado a explicar qué tipo de pastor y cristiano soy, y qué tipo de cristiano no soy. Quiero que sepan que no soy como esos cristianos que disgustan a la mayoría de personas.

Como yo, puede que te sientas tentado a distanciarte de aquellos que han hecho mal, y sentir que tienes que defenderte a ti mismo.

Pero señalar lo que está mal en otros cristianos no funciona. La crítica más común que escucho sobre los cristianos y la iglesia es que somos hipócritas. Y, ¿qué tan hipócrita es señalar las fallas de otros cristianos y no reconocer las nuestras?

Quizás la mejor cosa que podemos hacer es hablar, sin vergüenza, de nuestras quebrantadas almas. Deberíamos admitir que todos nosotros, de un modo u otro, no somos como Jesús. No deberíamos huir de nombrar nuestras fallas o las fallas de otros cristianos como un todo. 

La fe Cristiana nos enseña que todos nosotros hemos fallado, hecho lo malo y tomado malas decisiones. Admitir que has pecado es central en ser cristiano. Entonces, ¿por qué nos apresuramos a ignorar nuestra debilidad y señalar con el dedo a otros? Tenemos que estar dispuestos a ser dueños de nuestros propios errores y de los errores de otros.

Pero no podemos detenernos allí. Deberíamos estar dispuestos, en verdadera humildad, a disculparnos por nuestros errores y por los errores de la iglesia. Deberíamos admitir que nos hemos equivocado, causado dolor y que compartimos la culpa de representar mal a Jesús. 

En mi experiencia, la gente no espera que los cristianos sean perfectos. Ninguna de las veces que he admitido mis fallas la gente se ha sorprendido. Resulta que ya todos sabían que soy imperfecto. Solo han estado esperando a que yo sea honesto con mis imperfecciones. Con mucha frecuencia criticamos el comportamiento de otros y los condenamos por su grave pecado, mientras ignoramos nuestro propio comportamiento de pecado. 

Si somos más honestos y abiertos sobre nosotros mismos, veríamos el tronco en nuestro propio ojo y sabríamos que tenemos mucho trabajo que hacer en nosotros mismos antes de que podamos tratar con la astilla en los ojos de nuestros hermanos y hermanas. Y si practicamos este tipo de honestidad y franqueza, después entonces podremos hablar sobre algo más, a saber: la gracia, amor y el poder transformador de Dios.

Es entonces cuando podemos pasar de hablar sobre todas las cosas malas a las que el cristianismo ha llegado y en lugar de eso hablar de las cosas buenas que Jesús nos ha dado. Cuando otros ven esto, hay una oportunidad de que ellos estén dispuestos a ser más abiertos sobre sus heridas también. Si esto pasa, ya no necesitaremos decirle a nadie como no somos, porque ya sabrán cómo somos.

Pequeños actos de amor.

lunes, 11 de noviembre de 2013


En un mundo marcado por el egoísmo, el servicio desinteresado se torna un acto revolucionario.

Les comparto una entrada que nos invita a ser generadores de pequeños cambios a través del servicio a los demás. Tomé este artículo de la página de Peaceworks, un movimiento juvenil que se toma en serio las enseñanzas de paz compartidas por Jesús. Los paréntesis en gris no hacen parte del texto original.
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Cosas que puedes hacer

Aquí está una lista de algunas cosas sencillas que podemos hacer para cambiar nuestros comportamientos y actitudes. Siguiéndolos, podemos ayudarnos a ser más felices y al mismo tiempo versiones más pacíficas de nosotros mismos. Trata de hacer algunas de estas cosas cada día y te sorprenderás al ver el gran impacto que tendrán sobre ti y sobre las personas que te rodean. Lee las listas y probablemente notarás, que la mayoría de estas ideas están diseñadas para desplazar la atención de nuestras necesidades, hacia las necesidades de los demás.


Da de tu tiempo. 

Ayuda a un niño, cuida niños, toca música para los ancianos, ayuda a un conductor varado, poda el jardín de un vecino (o barre la acera de su casa), lee para alguien, regresa el carrito del supermercado a su lugar, ayuda a alguien que esté perdido o desorientado, permítele a alguien estar delante de ti en una fila (si eres el último), escribe una carta, recoge basura, escucha realmente a un amigo, recoge dinero para una obra de caridad, sé entrenador de un equipo deportivo, únete a un grupo de estudio bíblico, cocina algo para alguien, saca la basura, sé un modelo a seguir, ayuda a un compañero de trabajo (o estudio), escribe una nota de agradecimiento, invita a alguien a una festividad, sé voluntario en algo, reflexiona, ora.

Da de tus cosas.

Dona cosas o dinero a obras de caridad, paga la cuenta de alguien, deja una propina generosa, lleva dulces al trabajo (o al estudio), dona algo cuando te pidan en una tienda, da cosas que no uses a amigos y vecinos, patrocina a un niño, conformarte con menos.



Da de ti mismo.

Comparte tu sombrilla, ofrece un paseo, permite que alguien se te adelante en el tráfico, acepta tus errores, sé amable, no trates de maximizar tu posición en todo, exalta a algún niño, concede tu lugar a alguien en el parqueadero, que no necesites tener siempre la razón, ofrece tu asiento a alguien más, da cumplidos, sé humilde, quéjate menos, haz sonreír a alguien, maneja cortésmente, anima a alguien, perdona a alguien, sé agradecido, sé una persona positiva, sé cortes en la red, di algo agradable acerca de alguien, di gracias, escribe una lista de cosas que realmente aprecias.



Toma un riesgo.

Háblale a una persona sin hogar, da un abrazo, saluda a alguien, sonríele a alguien, sé amable con alguien que te desagrada, preséntate ante una nueva persona, haz un comentario positivo o dale “me gusta” a un sitio de internet (que se preocupe por la gente), defiende a alguien, pide perdón a alguien, renueva una amistad, cierra una conversación negativa, no juzgues a nadie (tú no conoces su historia); pregúntale a alguien por su historia, pregúntale a alguien sobre su cultura, sobre su opinión respecto a algo.


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La entrada original la pueden leer aquí: Things You Can Do.
 

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