El modo en que nos tratamos los unos a los otros es la prueba más verdadera de nuestra fe. El modo en que trato a un hermano o hermana, día tras día, el modo en que reacciono ante el mendigo y el loco en la calle, el modo en que respondo a las interrupciones de quienes me desagradan, el modo en que trato a las personas normales, en su confusión normal de un día normal, puede indicar mejor mi reverencia por la vida que la etiqueta contra el aborto que llevo pegada al parachoques trasero de mi automóvil.
| Tomado de El evangelio de los andrajosos por Brennan Manning, pág 112.
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